martes, 21 de junio de 2011

La Maison Carrée, templo extraordinariamente bien conservado, erigido en Nimes para honrar al emperador Octavio Augusto, símbolo de su política de unificación del Imperio a través de la romanización de los edificios públicos, es el arquetipo del templo romano de planta rectangular, basado en las construcciones religiosas griegas y con clara influencia etrusca.
Los romanos siguieron los modelos griegos de planta rectangular o circular, los órdenes y la forma de los entablamentos. El santuario etrusco acabaría de perfilar el templo romano aportando un vestíbulo profundo de columnas espaciadas, eliminando el opistodomo a favor de la cella única y ubicando el templo en un podio elevado con escalinata única de acceso.
Los romanos –que tenían una religiosidad tan ligada a la esfera pública que incluso divinizaban a sus máximos dirigentes- ubicaron los centros religiosos en el mismo corazón de sus ciudades y los integraron en el foro.
Convertidos así en una pieza más del trazado urbano, los templos priorizaron la fachada, y las otras caras del edificio quedaron relegadas. Así, en lugar de la columnata circundante (períptero), los arquitectos romanos prefieren limitar ésta a la fachada (casi siempre con seis columnas), prolongándola sobre los muros del santuario propiamente dicho, la cella, mediante semicolumnas adosadas
(templo pseudoperíptero). Las columnas siguen los órdenes clásicos, a veces modificados (toscano o compuesto) y se usan más con fines decorativos que estructurales. La cella sólo alberga la estatua del dios y el culto se celebra en el exterior. El decorado con figuras, en frisos o sobre el frontón, sólo aparece en casos excepcionales. En contrapartida, una inscripción informa a menudo sobre las circunstancias de la edificación.

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