viernes, 9 de abril de 2010

PIETER BRUEGHEL EL VIEJO

Pieter Brueghel el Viejo, (c. 1525 - 9 de septiembre de 1569) es uno de los más grandes pintores flamencos del siglo XVI.
Algunos registros indican que nació en Broghel, cerca de Breda, pero no ha sido posible determinar si se trata de la ciudad neerlandesa de Breda o la belga de Bree, llamada Breda en latín. Desde 1559 eliminó la 'h' de su apellido y comenzó a firmar sus pinturas como Bruegel.
Fue aprendiz de Pieter Coecke, con cuya hija Mayke terminó casándose, y en 1551 fue aceptado como maestro en el gremio de pintores de Amberes. En 1558 estaba en Roma, donde trabó amistad con Giulio Clovio, retornando luego a Amberes y estableciéndose en Bruselas diez años más tarde. Murió en esa ciudad el 9 de septiembre de 1569.
Fue padre de Pieter Brueghel el Joven y Jan Brueghel el Viejo. Ambos se convirtieron en pintores, pero ninguno de ellos fue discípulo de su padre, ya que este falleció cuando ambos era aún niños. Jan Brueghel siguió los pasos de su padre y se convirtió en pintor, especializándose en paisajes; en cambio Pieter Brueghel el Joven se dedicó a la escritura. Los dos se destacaron mucho en lo que hicieron ya que tenían el talento de sus padres.
Pieter Brueghel se especializó en paisajes poblados de campesinos, en un estilo más sencillo que el del arte italiano que prevalecía en ese tiempo. La influencia más notable en su arte es la del maestro holandés Hieronymus Bosch. Se lo ha apodado Brueghel el campesino para distinguirlo de los otros miembros de la dinastía que fundó.
Se le suele acreditar haber sido el primer artista occidental en pintar paisajes por sí mismos, en lugar de como telón de fondo de alegorías religiosas. Sus paisajes del invierno de 1565 corroboran la dureza de los inviernos durante la Pequeña Edad de Hielo.
Su genio se ha equiparado a menudo al de El Bosco, con quien comparte cierto tratamiento fantástico en determinadas escenas como El Triunfo de la Muerte que se expone en el Museo del Prado. Prácticamente desconocido en su etapa de formación, los únicos datos sobre su vida y su carrera nos los ofrece una biografía de 1609, que le presenta como un ignorante dedicado a la pintura cómica. Sin embargo, parece suficientemente demostrado que fue un hombre de cierta cultura, puesto que conoció a estudiosos y científicos de su país. Además, viajó por Italia para aprender la forma de pintar de los renacentistas, permaneciendo incluso una temporada en el taller de un maestro siciliano. Su viaje le valió además una importante colección de dibujos excelentes sobre el paisaje de los Alpes, que hubo de atravesar durante su viaje. Tal vez esto resultara más importante para su carrera que el aprendizaje con los italianos, puesto que a su regreso desarrolló una serie de paisajes muy difundidos en Europa mediante el grabado. En esta misma técnica, realizó ciertos temas moralizantes, normalmente ilustraciones a refranes típicos, algo que también había hecho El Bosco (por ejemplo en La Piedra de la Locura).
Uno de sus temas más famoso es la torre de Babel, del que pintó tres cuadros, si bien se conservan dos: La construcción de la torre de Babel (1563, Kunsthistorisches Museum de Viena) y La Pequeña construcción de la torre de Babel (Rotterdam). Puede que el interés del pintor por la torre de Babel procediera del carácter cosmopolita de su ciudad de Amberes.

Juegos de niños 1560. La imagen que contemplamos es de lo más curiosa, tanto por el tema como por la ausencia total de datos que puedan explicar el motivo que llevó a Brueghel a pintar un cuadro así. El tamaño es suficientemente grande como para que el artista nos muestre una panorámica de su ciudad, completamente ocupada por niños. Los críos están entregados a todo tipo de diversiones, cada grupo enfrascado en su actividad. Los estudiosos de costumbres populares y étnicas han llegado a identificar al menos ochenta y cuatro juegos diferentes, de los cuales muchos siguen hoy en día vigentes en muchos países: la gallina ciega, la cucaña, la peonza, etc. Se ignora cuál es el significado del cuadro. Algunos suponen que pudiera ser una alegoría de la infancia, o tal vez parte de una serie sobre las diversiones del ser humano, pero es difícil asegurarlo.
Pareja de Monos 1562, Brueghel firmó y fechó este óleo en caracteres latinos, justo debajo del primer mono. La pareja de simios está en una ventana, o tal vez la tronera de una fortaleza portuaria. Están encadenados y acaban de comer unos frutos secos. Al fondo, vemos un puerto holandés lleno de barcos y con unos pájaros volando libres, en contraste con la esclavitud de los monos. El mono simboliza normalmente la necedad. A veces, los artistas se comparaban con monos, en especial en el ambiente de los Países Bajos, porque imitaban la creación de Dios con la misma necedad que los monos imitan al hombre. Sin embargo, el significado de la obra se nos escapa. Para algunos se trata de la esclavitud del hombre ante sus pasiones. Pero otros consideran que puede tener un trasfondo político, simbolizando las Provincias Unidas (antiguos Países Bajos) sometidos al dominio de la corona española por estos años.
La construcción de la torre de Babel (1563, Kunsthistorisches Museum de Viena). Su tema es la construcción de la torre de Babel que, según la Biblia, fue una torre construida por la Humanidad para alcanzar el cielo. Según el Génesis, Yahvé confundió la lengua de los hombres, lo que les llevó a dejar la torre inacabada y a que se marcharan en todas direcciones .

Es un tema que ya había sido tratado con anterioridad, desde los libros iluminados del siglo VI. Se retoma en el siglo XVI como símbolo del orgullo humano, advirtiendo de sus peligros, así como del fracaso de la racionalidad clásica frente a lo divino. Es así una alegoría del orgulloso imperio internacional de los Habsburgo basado sobre una fe unificada y del estado constituido por banqueros, ministros, clérigos, soldados y pensadores humanistas sicofantes sometidos a tal proyecto.
El centro del cuadro lo domina la torre a medio construir, dentro de un amplio paisaje panorámico. El pintor adopta un punto de vista muy alto. En la parte superior de la torre, la presencia de una nube simboliza la pretensión de que querían alcanzar con ella el cielo.
La descripción de la arquitectura de la torre por Brueghel, con sus numerosos arcos y otros ejemplos de ingeniería romana hacen pensar de manera deliberada en el Coliseo que representaba para los cristianos de la época el símbolo de la desmesura y de la persecución. De la Arquitectura de la Antigua Roma parece también provenir la mampostería de ladrillo, recubierta en el exterior por muros de sillería .
Es interesante constatar que la pintura de Brueghel parece atribuir el fracaso de la construcción a problemas de ingeniería estructural más que a diferencias lingüísticas de origen divino. Aunque a primera vista la torre parece constituida por una serie establece de cilindros concéntricos, un examen más atento demuestra la evidencia que algún piso no reposa sobre una verdadera horizontal; la torre está más bien construida como una espiral ascendente. Los arcos son sin embargo construidos perpendicularmente al suelo inclinado, lo que los hace inestables, algunos ya se aplastaron. Más inquietante puede ser el hecho de que los cimientos y los pisos inferiores de la torre aún no está acabados mientras que las capas superiores ya están construidas.
El autor pintó otra obra con el mismo tema, La pequeña torre de Babel, hacia el año 1563, la cual se encuentra en el Museo Boymans-van Beuningen en Rótterdam.

Adoración de los Reyes Magos 1564. La Adoración de los Magos es una imagen arquetípica y extensamente tratada por artistas de todas las épocas y todos los estilos. Sin embargo, sólo algunos consiguen dotarla de un aire nuevo. Es lo que ha hecho Brueghel, con un alarde de imaginación y antitradicionalismo que puede equiparase con el Bosco. Igual que él, Brueghel ha vestido a sus personajes con fantásticas vestiduras, como el traje del rey negro, que recuerda a las vestiduras de indígenas americanos que se recibían como rarezas en Europa. También exagera los rasgos de los protagonistas, hasta lo grotesco, hasta lo absurdo. El rey que ofrece el incienso es horroroso, pero no menos que otros que pueden verse: el soldado con casco a la izquierda, o el de las gafas a la derecha del todo. Son rasgos cómicos, variantes burlescas sobre el tema que ayudan a verlo de una manera nueva.  

Camino del Calvario 1564, Los grandes cuadros de Brueghel recuerdan la actividad de un hormiguero, con miríadas de pequeños personajes pululando por su superficie, como se agitaban los demonios en las tablas religiosas del Bosco. Es inevitable relacionarlos, aunque son bastantes las diferencias que los separan. La impresión que causa este cuadro en un primer instante es el del caos más absoluto. Sin embargo, a poco que se estudie se advierte una sutil estructura en zig zag que nos conduce desde el primer plano donde se encuentra María, consolada por San Juan y las santas mujeres, hacia izquierda, derecha, etc. Así podemos seguir el desfile de asistentes a la crucifixión. En el centro exacto del panel está la figura de Cristo bajo la cruz, hacia la cual se inclina la cabeza exánime de su madre. Al fondo, al final de la serpiente formada por la masa humana, un círculo perfecto de curiosos rodea el lugar donde se están levantando las cruces. Allí el cielo se ha oscurecido y las nubes ocultan el sol, los cuervos sobrevuelan el lugar y los perros pelean entre sí. En la procesión, los hombres riñen con sus esposas, los buhoneros se acercan con sus mercancías y los caballeros cabalgan con orgullo sus monturas. Es un ambiente casi de feria, ante el que lloran desconsoladas las santas mujeres, ocultando sus rostros en pañuelos de encaje, como princesas flamencas del siglo XVI. 

Día Oscuro 1565, Brueghel realizó este cuadro que hoy se conoce por el Día Oscuro como la ilustración de un mes del año, tal vez enero o febrero. El cuadro iba a formar parte de una serie con los doce meses, pero parece ser que tan sólo se realizaron seis meses de la serie (incluidos cuadros tan famosos como La Cosecha o Cazadores en la Nieve). Este mes se considera enero o febrero, porque el muchacho con la linterna alude al mes con los días más cortos (enero), mientras que la poda de los sauces se realizaba en febrero. Los campesinos parecen comer dulces típicos de Navidad, por lo que parece más probable que se trate de enero. La apacible tarea humana se desarrolla en un plano dominado por los colores cálidos mientras que al fondo vemos un paisaje nublado, bajo una luz muy fría y con las aguas agitadas tempestuosamente por la tormenta.


La Cosecha 1565, Este sería otro de los cuadros que formaba parte de la serie con los meses del año, al que también pertenece el Día Oscuro. En este caso, está claro que contemplamos el final de agosto, cuando se celebra la recolección de la cosecha. Los campos están teñidos de un amarillo dorado inefable. La mies está siendo cortada y pueden verse los haces alineados allí donde se ha concluido el trabajo. Los campesinos han hecho un descanso para comer, y uno de ellos reposa despreocupadamente; es la misma figura dormida que vamos a encontrar en otra obra de Brueghel, el País de Cucaña.

El país de cucaña 1567. Estamos ante el paisaje maravilloso de Luilekkerland, el país flamenco que equivale a la tierra de Jauja o el país de Cucaña. Es una tierra maravillosa a la que se llega excavando una montaña de papilla. Una vez allí, los ríos son de leche y miel, de los árboles cuelgan pasteles y mesas dispuestas para el banquete. Los cerdos asados se pasean con el cuchillo dispuesto para trincharlos, los pollos se depositan amablemente en las bandejas y un huevo se pasea con la cucharilla ya preparada. Las casas están cubiertas de tartas y sólo el ocio impera por todas partes. Es el mito de la glotonería y el abandono, por el que los inocentes eran timados y robados de sus posesiones. Esta intención la vemos interpretada en las tres figuras que reposan el empacho bajo el árbol: el soldado ha abandonado sus armas, el campesino sus herramientas de labranza, mientras que el clérigo ha tenido que desabrocharse el hábito y olvidarse de su libro.


Parábola de los ciegos. 1568 Sólo la desgracia se puede esperar cuando un ciego guía a otro ciego. Esta parábola de la Biblia es la que ilustra Brueghel en este cuadro. Una hilera de ciegos, grotescos, ridículos, se siguen unos a otros, con los ojos secos y las cabezas en alto. El primero, el jefe, ya ha caído al río, mientras el segundo está a punto de seguirlo. La ceguera humana a la que se refiere Brueghel es de naturaleza moral y no espera nada bueno de los demás. Es una visión crítica, burlesca, similar a la de los proverbios y refranes populares que de modo similar inspiraban al Bosco en sus cuadros.

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