José de Ribera (Játiva, 12 de enero de 1591 – Nápoles, 1652); pintor tenebrista español del siglo XVII,dentro del Barroco español. también conocido como Giusepe de Ribera o con su nombre italianizado:
Giuseppe Ribera. Fue apodado por sus contemporáneos Lo Spagnoletto, «el españolito», por su baja estatura y porque reivindicaba sus orígenes firmando sus obras como «Jusepe de Ribera, español» o «setabense» (de Játiva). Ribera es un pintor destacado de la escuela española, aunque su obra se hizo íntegramente en Italia y de hecho, no se conocen ejemplos seguros de sus inicios en España.

Como hijo de un artesano, Ribera empezaría su formación artística en algún taller local. Posiblemente se trasladaría después a Valencia para continuar su formación con algún maestro de renombre. Se ha especulado sobre una estancia en el taller de Ribalta, aludiéndose a la similitud de estilos de ambos artistas. En 1613 Ribera está establecido en la via Margutta de Roma, la calle en la que se reúnen todos los pintores. Allí vive junto a sus hermanos Jerónimo y Juan, realizando en los tres años que pasa en la Ciudad Eterna una espléndida serie sobre los Cinco Sentidos, interpretados cada uno como una figura con algún elemento indicativo, alejándose de las representaciones flamencas llenas de fantasía y sensualidad como las pintadas por Brueghel. El gusto aparece representado por un hombre de buen comer, vestido con una ajustada camisa raída de color indefinido debido a la suciedad, sentado ante una austera mesa de madera en la que podemos apreciar un plato de pescado, unas bayas en un cucurucho y un salero. En su mano izquierda lleva una botella de vino mientras que en la derecha porta la copa, cuyos reflejos han sido captados de manera fantástica por Ribera, trayéndonos a la memoria la etapa sevillana de Velázquez. El estilo de este lienzo corresponde a la primera etapa del artista en la que sigue fielmente los dictados de Caravaggio al emplear un potente foco de luz clara que procedente de la izquierda ilumina con intensidad la figura, creando un acentuado contraste con el fondo. El naturalismo lleva al pintor a representar con la máxima fidelidad posible todos y cada uno de los detalles, resultando una obra de una calidad casi fotográfica. Las tonalidades pardas y oscuras también corresponden a las características de este estilo. Los modelos son personas tomadas de la vida cotidiana, humanizando la pintura, tanto profana como sacra. La Vista y el Olfato son otros compañeros de la serie.
Década de 1630.
La década de 1630 es la más importante de Ribera, tanto por el apogeo de su arte como por su éxito comercial. El pintor aclara su paleta bajo influencia de Van Dyck y la pintura veneciana del siglo anterior, sin rebajar la calidad de dibujo y la fidelidad naturalista. Una gran Inmaculada, pintada para el Convento de las Agustinas de Salamanca, es considerada una de las versiones más importantes de tal tema dentro de la pintura europea, y se cree que Murillo la tuvo en cuenta para sus populares versiones posteriores.

Sus temas pictóricos son mayormente religiosos; el artista plasma de una forma muy explícita e intensamente emocional escenas de martirios como El martirio de San Bartolomé o
El martirio de San Felipe (1639; Museo del Prado), pudo ser pintado por Ribera para el rey Felipe IV, gran mecenas de las artes. Durante mucho tiempo ha sido catalogado como el Martirio de San Bartolomé, a pesar de no aparecer el atributo del santo, el cuchillo con el que fue desollado. San Felipe fue crucificado cuando predicaba por la ciudad de Hierápolis, en Asia Menor, siendo sus manos amarradas al travesaño de la cruz, que se convierte en su atributo habitual. La composición está dominada por diagonales y violentos escorzos, dando muestras del estilo barroco de la pintura del valenciano. La figura del santo ha sido realizada con todo lujo de detalles, marca su caja torácica al elevar los brazos y poner una suave resistencia al martirio. Su rostro, muy realista, debe corresponder al de alguna persona cercana al maestro. Tampoco están exentas de belleza y realismo las figuras de los sayones, destacando el esfuerzo físico que realizan al izar el travesaño de la cruz. La escena se desarrolla al aire libre, las figuras reciben la luz del sol, que en el caso de las mujeres de la zona izquierda desdibuja los contornos, dando sensación de atmósfera, como más tarde harán los impresionistas. La influencia de la Escuela veneciana y del idealismo de los Carracci produce estos nuevos conceptos lumínicos. El naturalismo inspirado en Caravaggio, que identifica la pintura de Ribera, se ha perdido en cuanto a los tratamientos lumínicos, pero no en las figuras, que parecen extraídas del pueblo napolitano.
así como representaciones individuales de medias figuras o de cuerpo entero de los apóstoles (Apostolados).

Sin embargo, realizó también obras de carácter profano, como figuras de filósofos (Arquímedes, 1630, Museo del Prado), temáticas mitológicas como
el Sileno del Museo de Capodimonte de Nápoles de 1626 (es su primer cuadro firmado y fechado), representaciones alegóricas de los sentidos (Alegoría del tacto de 1632, Museo del Prado, conocido como El escultor ciego), y algunos retratos como La mujer barbuda (Magdalena Ventura con su marido) (1631, Fundación Casa Ducal de Medinaceli, Hospital Tavera Toledo).
Década de 1640 y últimos años.
La década de los 40, con las interrupciones debidas a su enfermedad, acaso una trombosis (a pesar de la cual no rompió la actividad del taller), supuso una serie de obras de un cierto clasicismo en la composición, sin renunciar a las energía de ciertos rostros individuales. En su última obra también experimenta de nuevo un cambio estilístico que le devuelve en cierta medida a las composiciones tenebristas de su primera etapa; las causas pudieron ser sus desgraciadas circunstancias personales. Siguió siendo un artista de éxito comercial y prestigio, y fue maestro de Luca Giordano en su taller napolitano, influyendo en su estilo.
La crisis económica que sucedió a la revuelta de Masaniello en Nápoles (1647) afectó a la producción pictórica de Ribera, quien además se vería envuelto en un escándalo.
Para sofocar la revuelta, habían acudido a Nápoles las tropas españolas bajo el mando de don Juan José de Austria, hijo natural de Felipe IV de España. Ribera pintó un retrato de don Juan José a caballo (Palacio Real de Madrid), que luego repitió en grabado; fue el último que produjo.
Luego vino el escándalo: según cuenta la tradición, una de las hijas de Ribera, Margarita, fue seducida por don Juan José, una relación ilícita tratándose de una pareja no casada. Hoy se cree que la joven seducida no era hija de Ribera sino una sobrina, pero el caso es que tras la revuelta y las peripecias familiares, Ribera enfermo reduce considerablemente su trabajo.
Su taller ve reducido el número de oficiales, huidos de Nápoles por temor a las represalias, y, sin embargo, todavía firma alguna de sus obras maestras el mismo año de su muerte y da fin a ciclos largamente meditados.
Son ejemplos de este momento La Inmaculada Concepción (1650, Museo del Prado) y San Jerónimo penitente (1652, Museo del Prado).
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