sábado, 2 de enero de 2010

ARTE RENACIMIENTO

El Renacimiento es un movimiento cultural que busca el humanismo, la renovación del hombre y su mundo, según los modelos clásicos, que se reinterpretan. Se desarrolla con mayor vitalidad en Italia y en las regiones ricas donde existe una burguesía. Comienza a haber una posición científica frente a la naturaleza, lo que implica un proceso de secularización de las costumbres, la sociedad se vuelve antropocéntrica. El Humanismo se impone como ideología dominante, gracias a la imprenta, que difunde la obra de Erasmo de Rótterdam, Tomás Moro, Francisco de Vitoria, Martín Lutero y Maquiavelo. Estamos en el inicio de la Edad Moderna.
En el arte del Renacimiento se distinguen, tradicionalmente, dos períodos: el Quattrocento, siglo XV, centrado en Florencia, y el Cinquecento, siglo XVI, centrado en Roma, y que a su vez se divide el un período clásico, del 1500 al 1530 y un período manierista, a partir de 1530. También se pueden incluir los pintores italianos del Trecento que hemos tratado como el último período del gótico.
El Renacimiento supone una nueva forma de entender el arte. Las artes liberales ya no están controladas por los gremios, sino bajo la protección de los príncipes y la burguesía. Nacen, así, los mecenas, como las familias Medici, Rucelli, Tornabuoni o Pazzi. Aparece la figura del artista genial, por lo que se abandona definitivamente el anonimato. Sin embargo, surge el taller del maestro, que controla el acceso a la profesión de los oficiales y aprendices, y que es quien recibe los encargos de los clientes. Además de la burguesía, la Iglesia y la monarquía serán protectores de los artistas, ya que se descubre el valor propagandístico del arte. Se establecen tres tipos de relación entre el artista y el cliente: el sistema doméstico, en el que el mecenas acoge en su casa al artista para que trabaje; el mercado, en el que el artista simplemente vende las obra que crea por encargo, y la academia, en el que el artista trabaja para el Estado.
Todo esto exige una formación científica de los artistas y una gran capacidad de creación. Se inventa la perspectiva caballera, con sus puntos de fuga matemáticos, y se usa técnica del sfumato para dar cierta la perspectiva aérea. Se pone mucha atención en las proporciones, para las que se utilizará el canon clásico, que progresivamente se irá alargando, y se guardará la proporción entre las partes. Se redescubre la arquitectura de Vitrubio, el muro de carga y como cierre del espacio, la columna guarda una proporción entre la altura y la anchura, y el arco con la luz, se tiende a la horizontalidad y a la escala humana, para crear un espacio unitario. Reaparece el retrato, el desnudo, principalmente mitológico, y el paisaje, todo ello idealizado.
Todo esto no es una copia de la antigüedad, sino su interpretación. Se busca el realismo, pero se idealiza la naturaleza, se trata de un arte burgués. En el Renacimiento el hombre recupera su protagonismo como primer objeto artístico, según la tradición grecorromana. El hombre es la obra más perfecta de Dios. Se recupera el retrato y la naturalidad sin hieratismo, de la mano de la nueva burguesía.
Se pinta la figura humana independientemente de lo que represente, Virgen o cortesana, Apolo o Cristo, lo que importa es la figura humana. El tema interesa poco, pero sí lo bello frente a lo representativo.
El objeto del arte es el mundo natural, la imagen del mundo que se identifica con la civilización. Hay un nuevo humanismo y una mentalidad burguesa que busca al hombre ideal en equilibrio con la naturaleza.
En su última etapa, cuando están conseguidas todas las soluciones técnicas, se pinta a la manera de..., es el manierismo, que utilizará todos los tipos clásicos de manera virtuosa.
También tiene importancia el urbanismo, sobre todo en el ámbito teórico y de proyectos. Sólo la ciudad de Palmanova se levanta de nueva planta. Se pretende seguir esquemas geométricos, como en la antigüedad: el plano ortogonal, el radial y el de estrella, que son nuevos. La artillería hace necesaria un nuevo tipo de muralla. León Battista Alberti incluye en el recinto de la ciudad una zona cultivable para resistir los largos asedios, la zonificación de las actividades y las clases sociales, y el viario curvo. Es partidario de las ciudades pequeñas. Antonio Averulino, el Filareto diseñará ciudades con planta estrellada, con una plaza principal en la que se hace la vida civil. Francesco di Giorgio Martini escribe el Tratado de arquitectura ingeniería y arte militar, en el que propugna una ciudad de dimensiones humanas.
Si el Renacimiento nace en Italia es porque aquí se encuentra una poderosa burguesía que controla algunas de las ciudades más florecientes del mundo, por su tradición mercantil. Además, es en Italia donde mejor se conservan los monumentos de la antigüedad clásica, y siempre estuvo un poco al margen de las modas del románico y el gótico.
Arquitectura.
El Renacimiento en arquitectura utiliza los elementos constructivos de la antigüedad, la bóveda de cañón, la cúpula, los entablamentos, los arcos de medio punto, las columnas, etc. El edificio es producto del cálculo matemático y la medida antropomórfica. El nuevo estilo surge de la admiración de los artistas por las ruinas del mundo romano, y del descubrimiento del libro de Marco Vitrubio Polión. Pero lo más importante para la creación del nuevo lenguaje es la aportación de arquitectos renacentistas.
Domina la arquitectura de carácter civil: hospitales, cárceles, etc. En las que el muro es de carga, además de cierre del espacio.
Durante el Quattrocento la figura más destacada es Filippo Brunelleschi, que trabaja en Florencia.a cúpula de Santa María de las Flores, el Hospital de los Inocentes, las basílicas de San Lorenzo y Santo Espíritu y la capilla funeraria de los Pitti.
Otro gran arquitecto del Quattrocento fue Michelozzo di Bartolomeo, que termina la cúpula de Brunelleschi y construye el palacio de los Medici, las tumbas de los Aragazzi, los Brancacci, el convento de San Marcos y la capilla Portinari en Milán.
León Battista Alberti  Determina  la función del arquitecto, que debe proyectar, diseñar e idear el edificio. Propugna la adecuación al entorno de los edificios y establece cuáles deben ser los cánones de belleza, según los modelos clásicos. Construye Santa María de Novella, el palacio Rucellai y San Andrés de Mantua.
También en Florencia trabajan Antonio Averulino (el Filareto), Bernardo Roselino, Luciano Laurana y muchos otros.
Pero durante el Quattrocento, Florencia no es el único centro. En Lombardía se desarrolla un centro en torno Milán y otro en torno a Venecia. Esta escuela se caracteriza por su mayor desarrollo decorativo, con grutescos, relieves y medallones que recuerdan al estilo plateresco o al estilo ornamental francés. En Venecia trabajan arquitectos como Pietro Lombardo: iglesia de los Milagros, Mauro Coducci: campanario de San Pietro del Castillo, y Antonio Rizzo: reforma del palacio ducal de Venecia; y en Lombardía Guiniforte Solari: cartuja de Pavía, los hermanos Christóforo y Antonio Mantegazza: fachada de la cartuja de Pavía, y Giovanni Antonio: capilla Colleoni de Bérgamo.
El Cinquecento está dominado por Roma, y en menor medida por Venecia. Es la fecha en la que triunfan los Estados modernos, con una monarquía autoritaria que se apoya en la burguesía, en contra de la nobleza feudal. Los reyes y los papas serán los grandes mecenas. Es en esta época cuando se fijan los modelos clásicos del Renacimiento. Se puede hablar de dos etapas, una clásica, hasta 1530 en la que predomina el sentido de la medida, la proporción y el equilibrio; y otra manierista en la que se rompe la escala humana. Es ahora cuando se fija el modelo antropocéntrico. Predominan las plantas centralizadas y los edificios que conservan la simetría.
La figura más representativa de esta época es el Bramante (Donato di Pascuccio D’ Antonio). Él es el auténtico iniciador de la arquitectura del Cinquecento y el primer arquitecto de San Pedro del Vaticano. En los primeros tiempos construye la catedral de Pavía. En Roma el Bramante construye la iglesia de Santa María de la Paz, con una planta octogonal, San Pietro in Montorio, con una planta circular y el jardín de la Piña en el Vaticano. En su arquitectura encontramos el orden y la medida entre proporción de masa y vano.
Rafael Sanzio, aunque más conocido como pintor, fue un importante arquitecto en Roma. Construyó los palacios deVidoni en Roma y Pandolfini en Florencia, la capilla de los Chigi, y dirigió las obras de San Pedro del Vaticano. Otros arquitectos de la época son: Baldassere Peruzzi, que sucede a Rafael en San Pedro del Vaticano: villa de Farnesio, y Antonio Giamberti da Sangallo: palacio de Albisola.
Roma también domina durante el período manierista. El estilo se vuelve más refinado y efectista, rompiendo con los modelos clásicos al utilizar un orden gigante y alternar los elementos con cierta artifiocisidad. Miguel Ángel Buonarroti es uno de los grandes arquitectos del momento. Construye la cúpula de San Pedro del Vaticano, en la que encontramos la misma simbología que en la de Brunelleschi, en Florencia. Comienza a utilizar órdenes gigantes, y es el auténtico iniciador del manierismo.
Giacomo Barozzi, el Vignola, es uno de los grandes arquitectos de la época. Sus edificios están poco ornamentados. Sin embargo, él es el campeón de la causa contrarreformista. Utilizó sobre todo el orden toscano en las columnas, con su fuste liso. Construye, el palacio Farnesio, San Luis de los Franceses y El Gesú que será un modelo para la estética del barroco. También intervino en San Pedro del Vaticano.
Venecia pasa a ser el centro del arte, tras el saqueo de Roma en 1527. Aquí el arquitecto más genial y original fue Andrea Palladio. Escribe Cuatro libros de arquitectura, en el que plasma sus ideas, y será la obra fundamental de la formación de los futuros arquitectos. Está profundamente influida por la tradición romana y la estética manierista. Inventa el motivo paladiano (un arco entre dinteles) y usa el orden gigante, en el que las columnas abarcan más de un piso. Construye la basílica de Vicena, las villas Godi, Capra, Bárbaro y Malcontenta, la fachada de San Pietro del Castillo y la iglesia del Redentor en Venecia.
Otros arquitectos son Giulio Romano: palacio del té en Mantua, Bartolomeo Ammanati: colegio de los jesuitas en Roma, Pirro Ligorio: casino de Paulo IV y Doménico Fontana: palacio de Letrán y Biblioteca Vaticana. En Venecia destacaron Sansovino: cúpula de San Marcos, la Casa de la Moneda, Biblioteca de San Marcos, y Vicenzo Scamozzi, ante todo un teórico que construye según el modelo de la Biblioteca de San Marcos.
La influencia fuera de Italia.
El Renacimiento arquitectónico apenas cuajó en Europa hasta el siglo XVI. Sólo encontramos algunos detalles que se enmarcan dentro de construcciones plenamente góticas. Sin embargo, sí que se comienzan a hacer otro tipo de edificios civiles, con un concepto alejado del gótico.
Si el nuevo estilo llega a Europa es gracias a los artistas italianos que son contratados por las potencias emergentes, y sobre todo por España. En todas partes, cada artista intentó hacer una interpretación personal, según la tradición local, de los nuevos conceptos. En el siglo XVI la Iglesia tomo como modelo la estética renacentista, lo que ayudó a su difusión. En general, el Renacimiento entró en las regiones que tenían una clase rica, Iglesia, monarquía, nobleza o burguesía.
Uno de los elementos que ayudó a difundir los nuevos conceptos artísticos fue la imprenta, que permitió el grabado de las principales obras y por lo tanto la difusión de su imagen.
Francia es el primer país que acoge con entusiasmo el estilo renacentista. Aquí destacan los castillos señoriales, que se convierten en centros culturales de primer orden. Reúnen en torno a sí a los más importantes artistas italianos y franceses. Los arquitectos franceses más importantes son, en buena medida italianos, tras las campañas militares en Lombardía. Destacan Doménico de Cortona: castillo de Boils, y Girolano della Robbia. Sobresale la escuela de Fontainebleau, en la que trabajan Giovanni Rosso, Francesco Primaticcio, Niccolo della Abate y Sebastiano Serlio. Entre los franceses destacan Giles Lebreton: castillo de Fontainebleau, Pierre Chambiges: castillo de San Germán, Pierre Lescot: reconstrucción del Louvre, Philibert Delorme: tumba de Francisco I en San Denis y las Tullerías, Héctor Sohier: cabecera de San Pedro de Caen.
En Alemania las formas góticas se confunden con las renacentistas, como sucede en Núremberg o en el castillo de Heidelberg. Destacan arquitectos como Jacob Bahr: palacio de Brieg, Wilhelm Vermukken: pórtico del Ayuntamiento de Colonia, Hans Lampe y Baltasar Kircher: lonja de los Paños en Brunswick.
En Inglaterra persiste el gótico, los estilos tudor e isabelino, hasta finales del siglo XVI. El arquitecto más destacado del período es John Thorpe que construye grandes mansiones campestres, como el castillo de Longford.
En los Países Bajos también continúa la tradición gótica, pero se traduce a Vitrubio y se crea un tipo de construcción de ladrillo y piedra. El arquitecto más destacado es Cornelis de Vriendt: Ayuntamiento de La Haya, palacio municipal de Amberes.
Portugal es parte de la corona española. Aquí está vigente el estilo manuelino. Destacan Juan y Diego de Castillo: Santa María de Belem, claustro de Alcobaça, y Filipo Terzi, con un estilo herreriano: San Vicente de Lisboa, La Gracia de Évora.
España.
En el siglo XVI España es la primera potencia mundial. Carlos V es el emperador y Felipe II el rey con el reino más grande del mundo. La nueva estética renacentista prende en España con fuerza, sobre todo en las ciudades más dinámicas, como Sevilla, Madrid, Salamanca, Granada, Alcalá de Henares, Valladolid, Barcelona, Valencia y Toledo. Todo ello gracias a la masiva presencia de artistas italianos en la península, y los frecuentes viajes de los artistas españoles a Italia. Gran parte de Italia pertenece a la corona española. Además, se importan, o se copian, las mejores obras de arte italianas y flamencas.
En España, el Renacimiento no fue visto como una ruptura con el mundo medieval sino como su continuación natural. En arquitectura nos pervive el estilo isabelino, que se transforma en plateresco. Distinguimos tres periodos: plateresco, purismo y herreriano.
El primer período corresponde al plateresco, de tradición gótica y mudéjar. Se caracteriza por sus fachadas, que se tratan como si fueran retablos de plateros. Son característicos los paramentos almohadillados, las columnas abalaustradas con capiteles corintios, las pilastras recubiertas de una rica decoración con grutescos, los medallones con cabezas clásicas o de fantasía y, los escudos colocados en las enjutas de los arcos y en los frisos. Las bóvedas son, generalmente, de crucería, aunque también las hay de cañón. Las claves de las bóvedas se decoran con medallones, escudos o rosetones. Los edificios se rematan con cresterías o candelabros. La decoración recubre por entero las superficies, sobre todo en el exterior. Salamanca es el centro neurálgico en donde se encuentran el mayor número, y de mejor calidad, de obras, pero existen tres escuelas: las de Salamanca, Toledo y Burgos. Los arquitectos más importantes son Lorenzo Vázquez: palacio de Medinaceli en Cogolludo, colegio de Santa Cruz en Valladolid, Enrique Egas: hospital de Santa Cruz en Toledo, hospital Real en Santiago, se le atribuye la portada de la Universidad de Salamanca, Alonso de Covarrubias: catedral de Sigüenza, Francisco de Colonia: puerta de la Pellejería en la catedral de Burgos, Diego de Siloé: escalera dorada de la catedral de Burgos, Pedro Gumiel: vestíbulo de la Sala Capitular de la catedral de Toledo, Juan de Álava: iglesia de San Esteban en Salamanca, capilla mayor de la catedral de Plasencia, y Juan de Horozco: San Marcos de León.
Hay una segunda etapa, en la segunda mitad del siglo XVI, que se conoce como purismo. Se caracteriza por una mayor austeridad decorativa, que se limita a algunos elementos concretos, generalmente de inspiración clásica. Hay un cierto cansancio de la exuberancia decorativa. Además, ahora se conoce mejor la arquitectura italiana y las formas clásicas. El purismo se libera de los últimos convencionalismos góticos, para entrar en el Renacimiento pleno. Se imponen los arcos de medio punto, los almohadillados en los muros, y la decoración se reduce a las puertas y las ventanas. Los edificios adquieren un aspecto más sereno, armónico y equilibrado. Muchos de los arquitectos que destacaron en la etapa anterior lo hacen en esta. Alonso de Covarrubias: fachada del alcázar de Toledo, hospital de Tavera, puerta de la Bisagra, Rodrigo Gil de Hontañón: fachada de la Universidad de Alcalá de Henares, palacio de Monterrey en Salamanca, palacio de los Guzmanes en León. Pero el centro más importante es Andalucía, donde se encuentran Diego Siloé: puerta del Perdón de la catedral de Granada, Pedro Machuca: palacio de Carlos V en Granada, que es el arquitecto más decididamente clásico, Andrés de Vandelvira: catedrales de Jaén y Baeza, hospital de Santiago en Úbeda, Martín de Gaínza: Capilla Real de la catedral de Sevilla, Pedro de Ibarra: casa de las Muertes en Salamanca, y Diego de Riaño: Ayuntamiento de Sevilla.
La tercera etapa corresponde al estilo herreriano o escurialense, que se manifiesta en su mayor pureza en El Escorial. Coincide con el reinado de Felipe II, que es su gran inspirador, ya que son sus indicaciones sobre El Escorial lo que termina creando el estilo. El Escorial se inicia en 1563 y se termina en 1584, con el propósito de ser la residencia del rey y el centro de decisión política del imperio. Las obras comienzan bajo la dirección de Juan Bautista de Toledo, pero muere en 1567 y será sustituido por Juan de Herrera, el auténtico artífice de El Escorial y de quien recibe nombre el estilo. El estilo se caracteriza por el predominio de los elementos constructivos, la ausencia decorativa, las líneas rectas y los volúmenes cúbicos. Dominan las formas geométricas simples, pirámides, cubos y esferas. Y predomina la horizontalidad, rota únicamente por las torres de las esquinas y las cúpulas de la basílica. Los tejados se cubren con pizarra, a la manera flamenca. La planta asemeja a una parrilla, aunque en realidad está formada por varios rectángulos. El centro del conjunto está ocupado por la basílica, y formando el ábside de esta se encuentran las dependencias reales. En la fachada predomina el muro sobre el vano, y está estructurada en dos pisos. Es un edificio monumental que representa la grandeza del Imperio español y de su rey. Esté será el arte oficial del reino. Todo esto constituye una auténtica revolución en la arquitectura española, significa la introducción de los postulados manieristas. Los arquitectos más representativos son Juan de Herrera, que además reformó el alcázar de Toledo y la plaza del Zocodover en Segovia, además de supervisar numerosas obras en toda España; y Francisco de Mora que le sustituye como arquitecto oficial cuando muere: San José de Ávila.
Escultura.
El sentimiento clásico aparece en la escultura en pleno gótico. Son precisamente las esculturas las obras de la antigüedad que mejor se han conservado. La escultura renacentista se caracteriza por la proporción, la simetría y el canon. Lo importante es la belleza, más que lo que representa, por eso reaparecen los temas mitológicos. Estudia la anatomía a través del desnudo y el retrato. Utiliza materiales nobles como el mármol y el bronce, con los que se alcanza gran perfección. Amplia los temas, ya que se retrata a individuos, y desaparece el sentido narrativo de la obra. Los protagonistas son el hombre y la naturaleza. No se descuida el relieve, de tres tipos: alto, medio y bajo, que se utilizan en la misma obra para dar sensación de profundidad. Al igual que en las demás obras, el artista abandona el anonimato. Se suelen hacer bustos, figuras de cuerpo entero, motivos funerarios y estatuas ecuestres.
El Quattrocento es la época en la que triunfan hombre y la naturaleza. Lorenzo Ghiberti es el escultor más importante, realiza las puertas del baptisterio de Florencia. En «las puertas del paraíso», que dijera Miguel Ángel, resuelve con originalidad el problema del espacio y la perspectiva, fijando las técnicas clásicas. Otras obras suyas son San Juan Bautista y San Mateo. En Florencia trabaja también Donato Niccolo, Donatello, el más grande escultor del momento. Su contribución más importante la realiza en el campo de la figura humana. Evoluciona desde la serenidad hacia un realismo dramático. Representará todos los estados de ánimo. Su San Jorge será la primera escultura de tamaño natural desde la antigüedad. En sus obras utiliza un sistema de relieves planos que consiste en su multiplicación para conseguir el efecto de profundidad. Sus obras emblemáticas son el David, Los cuatro profetas, Magdalena y Gattamelata, que es su obra más clásica, un retrato ecuestre que crea un modelo típico. También son grandes escultores Jacobo della Quercia: fontana Gaia en Siena, San Petronio de Bolonia, que realiza figuras de gran expresividad corporal; Luca della Robbia: tabernáculo de Santa María de Novella, que destaca en el uso de la cerámica vidriada; Andrea della Robbia: Abrazo de santo Domingo y San Francisco; Andrea Verrochio: busto de Lorenzo de Medici, sepulcro de Giovanni y Pietro de Medici; Antonio Jacobo Pollaiuolo: sepulcros de Sixto IV e Inocencio VII en el Vaticano.
En el Cinquecento destaca sobre todas la figura de Miguel Ángel Buonarroti, el gran escultor del Renacimiento, tanto por su técnica como por su fuerte personalidad. Es el prototipo universal del escultor, capaz de plasmar cualquier sentimiento, desde el lirismo al dramatismo, incompatible con la serenidad renacentista. Estudia los problemas de movimiento y composición. Utiliza grandes bloques de mármol. Exalta por igual la fuerza física y la espiritual. Hace un extraordinario estudio de la anatomía humana, hasta llegar al hiperrealismo. Entre las obras más representativas encontramos: La piedad en el Vaticano, el David en Florencia, una figura de gran tensión, el Moisés, una figura gigantesca y un tanto expresionista plenamente manierista, el sepulcro de los Medici y multitud de esculturas inconclusas. Otros escultores de este periodo son Gian Francesco Rustici: Predicación de san Juan Bautista, y Sansovino: Bautismo de Jesús.
Las últimas obras de Miguel Ángel pertenecen al manierismo, momento en el que se exageran las actitudes y se llega al colosalismo de las figuras. Otros escultores manieristas son Benvenuto Cellini: Perseo, Ninfa de Fontainebleau, Baccio Bandellini: Hércules dominando a Caco, Juan de Bolonia: fuente de Neptuno en Bolonia, de formación francesa, y Leone Leoni: monumentos funerarios de Carlos V y Felipe II, retablo principal de El Escorial.
La influencia fuera de Italia.
En Europa se difunden los modelos italianos del pleno manierismo, principalmente como elemento decorativo en tumbas y sarcófagos. Destaca la escuela de Fontainebleau en Francia, con figuras como los italianos Guido Mazzoni: sepulcro de Carlos VIII y Giovanni Giusti: sepulcros de Luis XII y Ana de Bretaña; además de franceses como Jean Goujon: tribuna de las Cariátides, fuente de los Inocentes, Pierre Bontemps: sepulcro de Francisco I, y Germain Pilón: iglesia de San Francisco en París.
En Alemania, a pesar de la persistencia del gótico, destacan las figuras de Peter Vischer, el Viejo: sepulcro del arzobispo Ernesto de Sajonia, y Adolf Daucher: capilla de los Fúgger.
En Inglaterra, el anglicanismo no favorece la representación icónica, sin embargo aquí trabaja el italiano Pietro Torrigiani: tumbas de Enrique VII, Isabel de York y Margarita Richmond.
En los Países Bajos perdura con fuerza la estética gótica. Destacan escultores como Jacques Dubroeucq: trascoro de San Waudru en Mons, Jean Mone: retablo de San Martín de Hal, y Cornelis Floris: sepulcro de Alberto I de Prusia en Koenigsberg.
España.
La escultura renacentista en España se caracteriza por su religiosidad expresiva y realista. Dominan los retablos, que alcanzan gran perfección, las sillerías, la imaginería y la escultura funeraria. Se utiliza la madera policromada, con la técnica del estofado. Conserva su función didáctica. En España trabajan numerosos artistas extranjeros, sobre todo italianos y flamencos. Se trata de una escultura manierista con mucho movimiento y expresividad, hasta llegar al patetismo.
Los artistas italianos más destacados que trabajaron en España fueron Benvenuto Cellini: Crucificado, en El Escorial, Leone Leoni: monumentos funerarios de Carlos V y Felipe II, retablo principal de El Escorial, Pompeo Leoni: estatua orante de doña Juana de Austria, Doménico Fancelli: sepulcro del príncipe don Juan, Pietro Torrigiani: San Jerónimo en Sevilla, y Jacobo L’Indaco: catedral de Murcia y Santo Entierro en Granada. Generalmente llegaron a España para trabajar en El Escorial.
En España nos encontramos con cinco escuelas. Las figuras más representativas son; en la escuela de Burgos; Diego de Siloé, de formación italiana: sepulcro del obispo Acuña, y Bartolomé Ordóñez, también de formación italiana: sepulcros de los reyes Felipe I, Juana y del cardenal Cisneros. En la escuela de Palencia; Juan de Valmaseda: retablo de la catedral de Palencia, y Vasco de la Zarza: sepulcros de don Alonso de Madrigal y don Alonso Carrillo de Albornoz. En la escuela de Valladolid; Alonso Berruguete: retablos de San Benito el Real, la capilla Real de Granada y el sepulcro del cardenal de Tavera, Juan de Juni: Virgen de las Angustias, retablo de la Antigua en Valladolid, Gaspar Becerra: retablo de la catedral de Astorga y Francisco Giralte: retablo mayor, y sus sepulcros, de la capilla del Obispo en Madrid. En la escuela de la Corona de Aragón; Gil Morales el Viejo, Gabriel Joly, Juan de Moreto, Pedro Moreto: trascoro de la Seo, Juan de Anchieta: retablo de la Trinidad en Jaca, Juan de Salas: coro de la catedral de Palma de Mallorca, y Damián Forment: retablo de la catedral del Pilar en Zaragoza. Y en la escuela andaluza y murciana, además de Diego de Siloé, trabajan Jerónimo Quijano y Juan Giralte.
Pintura.
La pintura es lo más innovador del arte del Renacimiento, puesto que no se conocen los modelos clásicos. Se inventa una perspectiva tridimensional, se crea la perspectiva aérea con el sfumato, y se pinta sobre todo tipo de superficies. La perspectiva, la composición, el color y la luz son los elementos que centran las preocupaciones formales.
El Quattrocento destaca por su observación de la naturaleza y el paisaje, la plasmación del movimiento y la ampliación de los temas. Aparece el desnudo, el cuerpo humano se representa en sus proporciones correctas.
El centro más importante es
  • Florencia, en donde trabajan, entre otros pintores menos conocidos, fray Angélico. Destaca por sus paisajes y su sentido compositivo: La Anunciación, El descendimiento de la cruz, La coronación de la Virgen por su hijo y La Virgen entronizada con el Niño; Masolino de Panicale, aún con tendencias góticas: San Juan bautizando a Cristo, Pecado original, La expulsión del paraíso; Tomaso Masaccio trabaja en Florencia en la búsqueda de las proporciones y la perspectiva. Sus obras tienen un profundo sentido humano: Crucifixión, frescos de la capilla Brancacci en Florencia. Paolo Ucello es otro de los grandes pintores. Destaca por el carácter geométrico y el dominio de la perspectiva en sus cuadros: San Jorge y el dragón, Diluvio, Milagro de la Hostia profanada; fray Fillippo Lippi: Coronación de la Virgen, Nacimiento. Andrea Castagno evoca el clasicismo con las arquitecturas en sus obras: La cena, Sibilas y varones Ilustres. Piero della Francesca utiliza la luz como elemento de configuración espacial a través de la gradación tonal, sus figuras son escultóricas: La Virgen de la misericordia, El Nacimiento, La Resurrección, retratos del condotiero Federico de Montefeltro y de Batista Sforza. Sandro Botticelli es el pintor más famoso de la época. Tiene una marcada tendencia al arabesco, la línea ondulante y el dibujo. Utiliza modelos religiosos, paganizándolos según la filosofía platónica. El nacimiento de Venus es su obra más representativa, pero también pinta entre otras muchas obras La Virgen de la granada, La Virgen del magníficat, La adoración de los Reyes Magos, La primavera, o el retrato de Lorenzo el Magnífico. Y Fillippino Lippi nos ofrece temas casi exclusivamente religiosos, como La aparición de la Virgen a san Bernardo, San Pedro y san Pablo ante Nerón o La crucifixión de san Pedro.Otros pintores son Benozzo Gozzoli, Luca Signorelli: Educación de Pan, Andrea Verrochio: El bautismo de Cristo, Doménico di Tomaso Bigordi (Ghirlandaio), Pietro Vannucci y Bernardino di Betto.
  • En Venecia, se desarrolla una escuela que anuncia el barroco, esta escuela se fijará en los detalles insignificantes. Aquí destaca Giovanni Bellini, con un profundo sentido del color, ya que utiliza la técnica del óleo. Sus paisajes son evocadores: Oración del huerto, La fiesta de Baco. También destacan Jacobo Bellini: Milagro de Santa Cruz, Vittore Carpaccio: Vida de santa Úrsula, y Antonello de Messina: Retrato de un Desconocido. Otros centros menores son Siena: Francesco di Giorgio Martini; y Padua: Francesco Squarcione, Andrea Mantegna y Vicenzo Foppa.
El Cinquecento es la edad de oro del Renacimiento. En los cuadros aparecen diferentes motivos, pero el principal se encuentra en primer plano, lo anecdótico desaparece, las arquitecturas se reducen al mínimo. Se rinde culto a la belleza. El arte de componer consiste en la ordenación de unas pocas masas dentro de esquemas geométricos sencillos. Hay una cierta distorsión del lenguaje clásico, se utiliza el escorzo y la desproporción. Se valora la luz en el sfumato, una técnica en la que se confunden figura y fondo. Destacan los pintores como Leonardo da Vinci y el ideal humanista que representa; es uno de los más grandes pintores del arte universal. Entre la muchas grandes obras de Leonardo destacan: La Virgen de las rocas, La Virgen y el Niño, La última cena, La adoración de los pastores y La Gioconda. Rafael Sanzio, que representa la perfección clasicista por su identificación ética y estética, y su armonía. Es un gran dibujante y fija el tipo iconográfico de Virgen con el Niño. De Rafael destacan obras como: El sueño del caballero, Las tres Gracias, La Madona del jilguero, La Virgen del gran duque, El descendimiento de la cruz, El triunfo de Galatea, Historia de Psiquis, La Madona de san Sixto y grandes retratos como los de Julio II, León X y El Cardenal. Miguel Ángel Buonarroti destaca, como en todo, pero con un lenguaje más manierista. Pinta el conjunto de la Capilla Sixtina, con La creación, La separación de la luz y las tinieblas, La expulsión del paraíso y El juicio final, su gran obra, pero también: La Sagrada Familia, Cristo crucificado y Nuestra Señora de Brujas. Sus figuras tienen un aspecto escultórico y monumental, adoptan posiciones difíciles y desequilibradas en escorzo y movimiento, que ofrecen soluciones nuevas al problema de la perspectiva. Miguel Ángel está a caballo entre la estética clásica y la manierista.
Otro gran centro se sitúa en Venecia. En la escuela de Venecia destacan Giorgio de Castelfranco, Giorgione, trabaja en Venecia, en un ambiente burgués que refleja en sus cuadros, con la ropa lujosa y los ambientes domésticos. Utiliza elementos atmosféricos y contrastes marcados de luces y sombras. Entre sus obras destacan, Tres filósofos, La tempestad se acerca, El juicio de Salomón, Venus dormida, Concierto campestre y La Virgen de las cerezas. Tiziano Vellecio es otro de los grandes pintores del período, y el más celebrado en todas las cortes reales. Toca todos los temas, incluso el desnudo femenino, La Venus de Urbino, Danae recibiendo la lluvia de oro, Venus y el amor y los retratos de Alfonso de Ferrara, Hipólito de Medici, el Marqués de Mantua, Carlos V, Felipe II y un Autorretrato. Su obra es ingente, y en ella se encuentran todos los estilos, ya que llegó a vivir cien años. Paolo Caliari, el Veronés que también reflejará el lujo veneciano. Sus cuadros presentan una profunda sensación escenográfica. Emplea gamas frías y cultiva, principalmente, temas religiosos, Jesús en las bodas de Canaán, Coronación de la Virgen, Comida en la casa de Simón, El hallazgo de Moisés en las aguas, Venus y Adonis. Jacobo Robusti, Tintoretto se caracteriza por el tratamiento anatómico y las posturas forzadas, las figuras alargadas y los contrastes de luces y sombras. Pinta muchos cuadros religiosos, El lavatorio, Adán y Eva, Adoración del becerro de oro, Milagro de san Marcos, Antonio y Andrea, Autorretrato. Otros pintores venecianos son Jacobo Bassano: La vendimia, Palma el Viejo (Jacobo Negreti): La adoración de los pastores, Academia, París Bordone: Diana y sus ninfas, Alessandro Moreto: Jesús en el desierto, Sebastiano del Piombo: Jesús con la cruz a cuestas, y Lorenzo Lotto: Micer Masilio y su esposa.
Otro gran centro se sitúa el Florencia, donde trabajan Antonio Allegri, el Correggio. Este es el pintor más destacado, que trabaja en Parma, y se caracteriza por la sensualidad y la gracia, y los temas mitológicos y alegóricos: Cacería de Diana, Cristo transfigurado, La asunción de la Virgen, Virgen con el Niño, Io, Danae y Antílope, Gamínedes. También destacaron fray Bartolomeo della Porta: retrato de Lucrecia de Fede, y Andrea del Sarto: Madona de las arpías.
El manierismo presenta un lenguaje más complejo, de colores decorativos y un tanto anticlásico. El pintor manierista más importante fue Miguel Ángel, pero destacaron otros, como Jacobo Carrucci, Pontormo: El santo entierro, Ángelo Cosimo, Bronzino, retratos de Alejandro de Medici, el Duque de Urbino y Cosme I, Francesco María Mazzola, Parmigianino: Madona del cuello largo, y Camilo Bocaccino, entre otros.
La influencia fuera de Italia.
En Europa destaca Francia, donde trabajan Leonardo da Vinci y Andrea del Sarto, que crea la escuela de Fontainebleau. Sin embargo, los pintores franceses tienen muchos convencionalismos góticos. Jean Cousin, Juicio final, Jean Clouet, retratos, como los de Francisco I o Carlos IX y Dama del baño, Antoine Carón: Augusto y Sibila, y Corneille de Lyon, retrato del Duque de Montpensier. Sin embargo, aquí trabajan Leonardo da Vinci, La Gioconda, Andrea del Sarto, La caridad, Francesco Primaticcio y Giovanni Rosso.
En los Países Bajos se sigue notando la influencia flamenca. Hieronymus van Aeken, el Bosco cierra la última fase del gótico e inicia el Renacimiento. Destacan Joachim Patinir: Paisaje con la huida a Egipto, Quintín Metsys: italiano, Velo de santa Verónica, Viejo enamorado, Marius van Reymerswale: Los cambistas, Jan Gossaert: Adoración de los Reyes Magos, Bernard van Orley: Virtud de la paciencia, Peter Brueghel, el Viejo: El empadronamiento en Belén, El triunfo de la muerte, y Antonio Moro: retrato del Duque de Alba, entre otros muchísimos pintores de calidad.
En Alemania el protestantismo tiene una etapa de cierto rechazo iconográfico, y continúa el gótico internacional, aunque destaca la figura de Alberto Durero, que se sitúa entre lo flamenco y lo italiano, San Juan y san Pedro, Adán y Eva, San Jerónimo en su celda, Martirio de los diez mil cristianos, Autorretrato. Otros pintores son Matías Griunewald: Tentación de san Antonio, Hans Holbein, el Joven: retratos de Enrique VIII, Erasmo yde Nicolás Kartzer, Lucas Cranach: Adán y Eva, El descanso de Diana, Conrad Witz: La pesca milagrosa, Stephan Lochner: La Virgen de la rosaleda.
España .
España está profundamente influida por lo italiano. Los pintores viajan a Italia. Podemos distinguir tres escuelas: la valenciana, la andaluza y la castellana.
En la escuela valenciana destacan pintores como Vicente Masip: Bautismo de Cristo, y Juan de Juanes: San Esteban, Inmaculada Concepción, La cena. Esta escuela es la que antes adopta la estética italiana.
En la escuela andaluza destacaron Pedro de Campaña,: Descendimiento, Luis de Vargas: retablo de La generación terrestre de Cristo, Pedro Machuca, conocido arquitecto: Madona del sufragio, y Luis de Morales: Ecce Homo, Virgen con el Niño, que en realidad trabaja en Badajoz. En la escuela castellana destacan pintores como Pedro Berruguete, con sus fondos dorados y su detallismo; murales de la capilla de San Pedro en la catedral de Toledo, Juan de Borgoña, de influencia flamenca, sala capitular de la catedral de Toledo, Alonso Sánchez Coello con su frío distanciamiento, pintor de la Corte: Joven desconocida, Juan Fernández de Navarrete, el Mudo, influenciado por Tiziano, con sus efectos dramáticos: El bautismo de Cristo, El martirio de Santiago, Juan Pantoja Cruz: que trabajó en El Escorial, Gaspar Becerra y Antonio Moro.
Pero el pintor más genial del momento es Domenicos Theotocopoulos, el Greco, con sus figuras alargadas, sus imágenes dramáticas, su color luminoso, luz y color, y el espacio antinatural y sin perspectiva, plenamente manierista.Los mercaderes expulsados del templo, El martirio de san Mauricio, El caballero de la mano en el pecho, El entierro del conde de Orgaz, Pentecostés, entre otras muchas obras.

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