Se le considera un pintor de corte cuatrocentista. Su obra más destacada es el antiguo retablo del altar mayor de la catedral de Segorbe. Se le atribuye también el retablo de la Virgen del Remedio de la Iglesia de San Bartolomé de Benicarló. Es una pintura con la Virgen y el Niño sentado en el trono, rodeados por diferentes santos.
El Museo del Prado posee dos pinturas suyas, de formato circular. Eclipsado un tanto por la fama exorbitada de su hijo, de estilo más emotivo y dulzón, los expertos consideran ahora que él es en realidad superior, como ejemplo de la implantación del estilo de Rafael en España.
VISITACIÓN.-La influencia más directa que encontramos en este cuadro es precisamente su formato circular, lo que nos habla de un modelo llamado tondo, que era muy utilizado por Rafael en sus escenas religiosas en las que aparece la Virgen. El tema del tondo es la Visita que Santa Isabel, madre de San Juan Bautista, realiza a María, cuando las dos se encuentran embarazadas. El momento es en el que San Juan se agita en el vientre de Isabel y ésta conoce que María será la madre del Mesías, por lo que cae arrodillada ante su prima, que la levanta dulcemente del suelo. En toda la escena predomina un tono italianizante que da modernidad a la imagen. No sólo el formato, sino la "charis" de Rafael está presente. Este es el don de la gracia, que Masip otorga a las delicadas figuras femeninas que aparecen. Tras ellas está la pareja de los maridos, con una iconografía curiosa: San José aparece como un hombre joven, moreno, cuando la manera habitual de representarlo hasta el Barroco era la de un anciano, similar al esposo de Isabel. Uno de los primeros autores en reflejar un San José joven fue Murillo en su Sagrada Familia del Pajarito.La consecuencia del encuentro entre las madres se observa en la lejanía: en mitad del hermoso paisaje umbrío del fondo, con un río que zigzaguea hacia el horizonte, se encuentran las figuras de los hijos, ya mayores, cumpliendo con sus respectivas misiones. San Juan en la orilla bautiza a Cristo, introducido hasta las rodillas en el río. La escena tiene un tinte familiar gracias a las figuras de los sirvientes que acompañan a las familias, el hombre preparando los asnillos para el viaje, y la sirvienta aguardando en la puerta de sus señores, en una casa que parece un templo romano con columnas de capiteles corintios.
Esta tabla que contemplamos presenta una equilibrada composición, presidida por la figura de san Joaquín, limitándose la escena por el dosel del lecho de santa Ana. Alrededor de la santa encontramos a seis mujeres en frenética actividad, conjunto compuesto de manera armónica, destacando la figura de espaldas, de clara influencia italiana. Otro elemento digno de resaltar es el juego de las manos de las diferentes figuras, que nos conducen hacia la figura de la Virgen recién nacida. Algunos especialistas consideran influencias de Ghirlandaio en la composición.
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